¿Qué hacer en la Costa Brava?
Las playas de la Costa Brava, muchas de ellas premiadas con el distintivo de Bandera Azul, son un atractivo en sí mismas. En su mayoría, están formadas por apacibles calas de arena gruesa y aguas tranquilas. El perfil agreste e indómito de las rocas y los acantilados que las circundan —así como sus tupidos pinares, que en ocasiones parecen hundirse en el mar—, dotan a la Costa Brava de una personalidad propia.
Entre los principales destinos de playa de la Costa Brava, habría que referirse a las localidades de Roses, L’Escala, L’Estartit, Begur, Llafranch, Palamós, Sant Antoni de Calonge, Platja d’Aro, Santa Cristina d’Aro, Sant Feliu de Guíxols, que alberga la única vía ferrata junto al mar de Europa; Tossa de Mar, Lloret de Mar y Blanes, esta última famosa por los Focs de Blanes, un espectáculo pirotécnico que tiene lugar todos los veranos. A esto habría que sumar las villas marineras de Cadaqués, Port de la Selva —la única localidad del litoral de Cataluña que está orientada al norte— y Calella de Palafrugell.
Asimismo, hay que destacar que los núcleos o municipios del litoral que se caracterizan por una alta especialización turística. Esto explica la extensa oferta de alojamiento, con un sinfín de apartamentos y hoteles en la Costa Brava, así como el elevado abanico de actividades de ocio: parques acuáticos para quienes vayan a viajar con niños, restaurantes, bares, pubs, discotecas… La mayoría están en Roses, Empuriabrava —conocida como la Venecia Catalana por sus canales tachonados de yates—, L’Estartit, Palamós, Calonge, Platja d’Aro y Lloret de Mar.
Los deportes de aventura, así como otras actividades similares y al aire libre, también van ganando terreno. Un buen ejemplo son los vuelos para saltar en paracaídas que se organizan en Empuriabrava. Esta localidad también acoge el túnel de viento Windoor Realfly, el primer simulador de paracaidismo que se inauguró en Cataluña. Yendo hacia el interior, la localidad de Colomers —próxima a Verges, un pueblo conocido por sus antiquísimas Dances de la Mort— es el punto de inicio de muchos viajes en globo aerostático, que permiten contemplar en la distancia Figueres, las Illes Medes y diversas villas medievales.
También es posible practicar senderismo por la Costa Brava, ya sea por el camino de ronda o bien siguiendo la Vía Marítima, uno de los ramales del Camino de Santiago en Cataluña. En ambos casos, los paisajes de los que se disfrutan son impresionantes.
En cualquier caso, unas vacaciones en la Costa Brava no estarán completas sin descubrir las delicias de la cocina catalana. En este caso, su recetario bebe directamente del mar, gracias a la presencia de pueblos como una fuerte tradición marinera, como Portbou, Colera, Llançà, Port de la Selva, Cadaqués, Palafrugell y Palamós. Entre los platos típicos y las especialidades que no hay que dejar de degustar, se cuentan las anchoas de L’Escala, los rossejats —un plato tradicional de pescadores elaborado con pasta o fideos y pescado y marisco fresco— y los irresistibles buñuelos de viento del Empordà, una especialidad que no falta en las pastelerías de la zona durante la Cuaresma. Cualquier comida o cena debe regarse con un vino con D.O. Empordà, producido con la variedad de uva garnacha. Y si se asiste a uno de los conciertos de habaneras que se organizan en verano en Calella de Palafrugell y otros pueblos costeros, nada mejor que saborear el indefectible rom cremat (ron quemado).
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