¿Qué ver en la Costa de Cantabria?
Es tanto lo que hay que ver en Cantabria y su litoral que cuesta resumirlo en tan pocas líneas. Yendo desde el este de la región hacia el oeste, la primera localidad de interés que encontramos es Castro Urdiales. Este municipio costero encierra tesoros como la iglesia de Santa María de la Asunción, de factura gótica y del siglo XIII; la plaza del Ayuntamiento, el castillo de Santa Ana o la playa de Brazomar, muy frecuentada por los aficionados al surf.
La siguiente atracción que aguarda es Laredo, capital de la comarca de la Costa Oriental. Una vez allí, hay que recorrer su casco antiguo: la Puebla Vieja de Laredo, fundada en el año 1200 por el rey Alfonso VIII de Castilla y formada por seis rúas o calles. La playa de La Salvé también merece la atención del viajero. En cuanto al puerto, por él han pasado personalidades de la realeza española del siglo XVI, como Juana I de Castilla o su hijo, Carlos V de Alemania y I de España.
A poca distancia, se localiza la villa marinera de Santoña, a orillas de la bahía de Santoña. Hay que prestar atención a la bella playa de playa de Berria y las marismas cercanas. Muy cerca, se localiza Noja, con playas que invitan al baño, y la bellísima Somo.
A continuación, se despliega Santander, la ciudad cántabra más poblada y una de las que reúne más reclamos turísticos y culturales, pese al virulento incendió arrasó gran parte de su centro histórico en 1941. Entre sus lugares de interés, cabe citar la Biblioteca Menéndez Pelayo, que reúne unos 42.000 libros que pertenecieron al escritor que le da nombre; la catedral de Santander, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción y originaria del siglo XII; la iglesia del Santísimo Cristo y el Palacio de la Magdalena, de comienzos del siglo XX, ubicado en la península homónima y sufragado por suscripción popular. Este edificio fue un regalo de los santanderinos a la familia real española. En cuanto a los museos de Santander, los más reseñables son el Museo Marítimo del Mar Cantábrico (MMC), el Museo de Arte de Santander (MAS) y el Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria (MUPAC), cuyas piezas más admiradas son las famosas estelas cántabras. En Santander, también se puede disfrutar del sol y el mar en la playa del Sardinero.
Retomando la marca, se llega a Suances, a orillas de la ría de San Martín de la Arena. Su playa de Los Locos, rodeada de acantilados, es una de las mejores playas de Cantabria para hacer surf.
Pasado Suances, hay que alejarse un poco del Cantábrico para llegar a uno de los pueblos más bonitos de la región y de España: Santillana del Mar. Conocida popularmente como la Ciudad de las Tres Mentiras —“ni es santa, ni es llana ni tiene salida al mar”, matizan—, esta villa debe explorarse sin prisas. Salpicada de imponentes casonas solariegas, sus calles adoquinadas también dan cabida a una bella colegiata románica del siglo XII con un claustro, el Museo de la Tortura y, a unos 2 km del núcleo urbano, el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. Allí puede verse una reproducción de las pinturas rupestres de la cueva de Altamira, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Si la visita tiene lugar el viernes por la mañana, un sorteo permite a cinco visitantes adentrarse en la gruta original.
Regresando a la costa, aguarda Comillas, una localidad que es un verdadero museo al aire libre. Entre sus monumentos, habría que mencionar la Universidad Pontificia de Comillas, el Palacio de Sobrellano y, sobre todo, El Capricho (1883-1885), una de las obras de juventud de Antoni Gaudí y uno de los pocos proyectos que el genial arquitecto modernista llevó a cabo fuera de Cataluña. Su construcción fue un encargo del hermano de la primera cuñada de Antonio López, marqués de Comillas, para que hiciera las veces de residencia de verano. Su decoración cerámica con girasoles y otros motivos vegetales deja al visitante sin palabras.
Más al oeste, el viajero se topa con San Vicente de la Barquera. Si bien esta localidad debe parte de su fama a ser la cuna del cantante David Bustamente, también lo es por su extenso patrimonio monumental. Recomendamos acceder al castillo, las murallas y la iglesia románica de Nuestra Señora de los Ángeles, sin perder de vista el puente neoclásico, la Plaza Mayor o el rosario de pequeñas embarcaciones tradicionales que se arraciman en el litoral.
De todos modos, unas vacaciones en la costa de Cantabria también exigen adentrarse en el corazón de la región. Allí es posible descubrir atracciones como el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, un espacio natural que acoge cerca de 120 especies de animales de los cinco continentes en semilibertad. O algunas de las cuevas más espectaculares de Cantabria, como las de El Soplao, El Valle, El Pendo, La Pasiega, Las Monedas, El Castillo, Covalanas, Cullalvera y Morín, entre otras grutas.
También es obligado hacer una excursión a Fuente Dé para deleitarse con unas vistas sin parangón sobre los Picos de Europa, gracias a su teleférico. Se trata de un viaje sorprendentemente de cuatro minutos, que sube hasta una altitud de 1.823 m desde la base, emplazada a 1.078 m de altura.
En el apartado de arquitectura religiosa, no hay que dejarse en el tintero el monasterio de Santo Toribio de Liébana, situado cerca del fotogénico pueblo de Potes —sus casas de madera son una auténtica delicia— ni la iglesia de Santa María de Lebeña, románica.